lunes, febrero 19, 2007

PODEMOS VOLAR

PODEMOS VOLAR

Memo nació en la primavera de 1938, en una ciudad de esas muy conservadoras de la època. Parecía un niño normal, reía, jugaba y lloraba como todos los otros, no fue sino hasta que cumplió los siete años de edad cuando se dio cuenta de lo especial que era, para ser exacto tenía siete años y cinco meses cuando sucedió un hecho que pudo haber cambiado la historia de la humanidad; en serio, no estoy exagerando.

Memo estaba corriendo dentro del jardín de su casa (en ese tiempo aun había casas con jardín), corría tras de sus hermanos mientras reía a carcajadas, cuando de pronto...Memo tropezó con una rama de àrbol que estaba tirada, sin embargo, en vez de que cayera al suelo como cualquier cuerpo respetando la ley de gravedad, Memo agitó sus brazos tratando de evitar perder el equilibrio, cuando repentinamente ocurrió lo increíble, Memo pudo detenerse antes de encontrar el piso y mejor aun, flot- en el aire, sus dos hermanos lo observaron atónitos y sin dar crèdito a lo que veían dejaron las carcajadas a un lado y sus expresiones se llenaron de asombro, Memo, por su parte sin poder creer lo que sucedía, siguía agitando las alas, perdón, los brazos hasta que se elevó un poco màs del metro y medio de altura, "¡Papà, papà -gritó emocionado- puedo volar!", el padre, conservador por excelencia, al ver a su hijo volando, en vez de alegrarse de lo extraordinario, lo tomó de un pie y con tremendo jalón lo puso en la tierra, "Nunca vuelvas a hacer eso! -le gritaba furioso- ¡¡¿entendiste?!!, no quiero que la gente te vea, te señale y piense que tengo a un ser extraño en mi familia, -mientras lo regañaba le acomodó tres fuertes golpes en la espalda y brazos, con los que selló su advertencia -¡¡no quiero que vuelvas a volar!!

Memo, se quedó sentado en el jardín, a los hermanos los alejaron de la escena y èl seguía ahí solo, sollozando y convencièndose de que volar era algo que no debía volver a intentar jamàs.

Pasaron los años y de ese episodio nadie se volvió a acordar. Memo ahora tenía cerca de 60 años, era un buen hombre, llevaba ya 40 años de trabajar como policía preventivo en un banco, hasta que por fin un día, su jefe inmediato le dio la gran sorpresa, por fin lo iba a ascender, ahora no sería solamente un policía preventivo, sino que se convertía en "Guardia nocturno del banco", ese título se lo había merecido despuès de sus tantos años de fieles servicios. Memo lloró de contento y agradeció ese gran detalle.

La siguiente noche fue su primer noche en el nuevo cargo, el estaba muy contento y orgulloso, hasta que se aparecieron como a las tres de la mañana un grupo de ladrones que robaron dinero del banco y algunas otras cosas, Don Memo (porque ahora así le llamaban) no pudo hacer nada, lo amarraron a una silla y no fue sino hasta la mañana siguiente cuando su jefe se encontró con la desagradable noticia: "¡¿Cómo es posible que haya sucedido esto Don Memo?! -le gritaba el gerente- ¡nosotros que depositamos nuestra confianza en usted y así nos paga, queda usted despedido!

El buen Memo salió del banco cabizbajo y sintiendo como el mundo se derrumbaba a cada paso que daba, habían sido 40 años de trabajo para nada, "soy un fracasado - se decía a sí mismo- soy un don nadie, uno del montón, si pudiera hacer algo importante, si pudiera hacer algo.." mientras seguía martirizàndose, repentinamente como un chispazo llegó a su mente el recuerdo: "¡Claro, claro que puedo hacer algo importante, algo que nadie puede hacer - se iluminó su rostro- yo puedo volar, eso es lo que harè, voy a volar y que todo el mundo vea lo que puedo hacer".

Con la mente fija en esa idea se dirigió al edificio màs alto de la ciudad con la firme intención de tirarse desde lo alto y volar, pero estaba tan concentrado en su idea que no se dio cuenta que unos ladrones corrían huyendo de la policía y se metieron al mismo edificio al que Memo se dirigía. Subió por el elevador sin escuchar siquiera las sirenas de las patrullas. En su mente veía todo lo que iba a ocurrir despuès de que el mundo conociera su talento.

Un par de policías entraron en el mismo elevador, se abrió la puerta y ellos salieron a buscar a los ladrones mientras que Memo salía a buscarse a sí mismo.

Se acercó a la cornisa del edificio, volteó hacia abajo y vio a una muchedumbre con càmaras de televisión y todo eso. " Esta es mi oportunidad -se decía muy animado - hoy es el día en que me conoceràn". Estaba tan concentrado en lo que iba a hacer que ni siquiera escuchaba los gritos de la policía alertandolo y mucho menos veía que los ladrones iban bien armados.

Memo encontró el mejor àngulo y estaba por lanzarse, los ladrones corrían cerca de èl, pero no se daba cuenta, así contó: uno, dos y por fin con una sonrisa que había guardado toda su vida se lanzó al vacío. Agitó sus brazos y comenzó a volar, "¡¡Estoy volando, estoy volando!! -gritaba a todo pulmón - ¡Vèanme todos, estoy volando!".

Nadie se dio cuenta de que volaba, y mucho menos cuando no llevaba muchos metros de su despegue una bala perdida traspasó el corazón de Memo, cortàndole la libertad y la vida en segundos. La muchedumbre sólo vio caer un cuerpo màs, nadie se pudo dar cuenta de que Memo podía volar, algunos lo contaron de entre los ladrones y la mayoría seguían atentos al tiroteo policiaco.

Pocos fueron los que asistieron al funeral días despuès, pero ninguno de ellos siquiera sospecho que Memo podía volar.

La historia es una historia triste, podríamos hasta llorar por Memo, pero màs bien deberíamos llorar por nosotros mismos y por las personas que teniendo la capacidad de volar, mueren anónimas sin mostrar al mundo eso especial que Dios ha dado .Los talentos, dones, facilidades que otros no tienen y estàn guerdadas en tu corazón, no esperes cuarenta años o llegar al final d ela vida para poder mostrarlos. Eso que tù tienes es lo que hoy necesita este plane